Es imposible explicar la parábola del sembrador mejor que Jesús. Solamente tirar un poco de su hilo conductor. Claramente nos dice Jesús que el que recibamos a Dios, el que dejemos que Cristo sea nuestro Dueño y Señor, el que sus palabras de vida empapen e inunden nuestro corazón y permanezcamos siempre en él y den fruto y fruto abundante… depende fundamentalmente de nosotros. Jesús hace bien su labor, como el honrado sembrador, pero nuestra colaboración es indispensable. Si la tierra se niega a recibir la buena semilla… nunca habrá cosecha.
(Fuente nocetnam: Fray Manuel Santos Sánchez)
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