viernes, 21 de septiembre de 2018

Comentario lectura evangelio 22/09/18

Como bien explica Jesús mismo en esta parábola, Él es el sembrador y la semilla es la Palabra de Dios. Hay algo que no debemos perder de vista y es que la Palabra de Dios es semilla fecunda, capaz de germinar y de dar frutos de vida eterna. Así que si no hay cosecha, el problema no es de la semilla, no es de la Palabra de Dios, sino de la tierra donde cae esta semilla. Así que en este sentido el texto es muy claro mostrando las cuatro tipos de tierra diferentes.

Ante el mensaje de la Palabra de Dios, vemos en estas cuatro reacciones la libertad del hombre frente a la gracia de Dios. El Señor nunca nos va a violentar para que acojamos su Palabra, Él siempre respetará nuestra libertad, pero eso sí, nunca se cansará de sembrar, de hecho vemos claramente cómo Jesús siembra a voleo. Él siembra generosamente aun sabiendo que algo se va a perder, pero también sabe y tiene esperanza de que habrá una gran cosecha y con perseverancia habrá mucho fruto.

Esta parábola del sembrador nos muestra una vez más la generosidad y la misericordia del Señor, pues Dios no niega su Palabra a nadie, ni a los pecadores, ni a la gente superficial a la que le es indiferente la Palabra de Dios, ni a los que están inmersos en los placeres y riquezas de este mundo, olvidándose de su Creador.

La realidad que vivimos cada día es que en nuestra libertad podemos cerrarnos a la Palabra de Dios y rechazarla, pero no por esto la semilla tendrá menos eficacia porque siempre habrá tierra buena que la reciba, es decir, siempre habrá corazones generosos y abiertos a la Palabra de Dios que den mucho fruto y todo para gloria de Dios.

Miremos en nuestro interior y preguntémonos qué clase de terreno somos y si verdaderamente estamos asumiendo en nuestra vida la Palabra de Dios para que dé fruto, al ciento por uno, como nos dice Lucas.

(Fuente: Hnas Dominicas, Monasterio de Sta. Ana, Murcia) 

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