Cada 29 de
agosto la Iglesia Católica conmemora el Martirio de San Juan Bautista, quien
murió decapitado por anunciar y denunciar la verdad. Juan Bautista es el único
santo en la Iglesia a quien se le celebra su nacimiento (24 de junio) y su
muerte por medio del martirio.
Esta memoria “se remonta a la dedicación de una cripta de
Sebaste, en Samaria, donde, ya a mediados del siglo IV, se veneraba su cabeza.
Su culto se extendió después a Jerusalén, a las Iglesias de Oriente y a Roma,
con el título de Decapitación de san Juan Bautista”, según explicó
Benedicto XVI en 2013.
Añadió que “en el Martirologio romano se hace
referencia a un segundo hallazgo de la preciosa reliquia, transportada, para la
ocasión, a la iglesia de San Silvestre en Campo Marzio, en Roma. Estas pequeñas
referencias históricas nos ayudan a comprender cuán antigua y profunda es la
veneración de San Juan Bautista”.

Según el relato
del evangelio, "Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo
había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su
hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre.
Porque Juan le decía a Herodes: 'No le está permitido irse a vivir con la mujer
de su hermano'. Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y
quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto
a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se
quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".
El baile
le gustó tanto a Herodes que le prometió a la joven cumplirle cualquier deseo.
Por eso ella, a sugerencia de su madre, pide la cabeza de Juan Bautista, la
cual le fue entregada en una bandeja.
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