San Miguel
La Santa Iglesia da a San Miguel el más alto lugar entre los
arcángeles y le llama "Príncipe de los espíritus celestiales",
"jefe o cabeza de la milicia celestial". Ya desde el Antiguo
Testamento aparece como el gran defensor del pueblo de Dios contra el demonio y su poderosa defensa continúa en el
Nuevo Testamento.
Muy apropiadamente, es representado en el arte como el ángel
guerrero, el conquistador de Lucifer, poniendo su talón sobre la cabeza del
enemigo infernal, amenazándole con su espada, traspasándolo con su lanza, o
presto para encadenarlo para siempre en el abismo del infierno.
La cristiandad desde la Iglesia primitiva venera a San
Miguel como el ángel que derrotó a Satanás y sus seguidores y los echó del
cielo con su espada de fuego.
Es tradicionalmente reconocido como el guardián de los
ejércitos cristianos contra los enemigos de la Iglesia y como protector de los
cristianos contra los poderes diabólicos, especialmente a la hora de la muerte.
La Fidelidad de San
Miguel para con Dios:
El mismo nombre de Miguel, nos invita a darle honor, ya que
es un clamor de entusiasmo y fidelidad. Significa "Quién como Dios".
Satanás tiembla al escuchar su nombre, ya que le
recuerda el grito de noble protesta que este arcángel manifestó cuando se rebelaron
los ángeles. San Miguel manifestó su fortaleza y poder cuando peleó la gran
batalla en el cielo. Por su celo y fidelidad para con Dios gran parte de la
corte celestial se mantuvo en fidelidad y obediencia. Su fortaleza inspiró
valentía en los demás ángeles quienes se unieron a su grito de nobleza:
"¡¿Quién como Dios?!." Desde ese momento se le conoce como el capitán
de la milicia de Dios, el primer príncipe de la ciudad santa a quien los demás
ángeles obedecen.
Gabriel
A este Arcángel se le
nombra varias veces en la S. Biblia. Él fue el que le anunció al profeta Daniel
el tiempo en el que iba a llegar el Redentor. Dice así el profeta: "Se me
apareció Gabriel de parte de Dios y me dijo: dentro de setenta semanas de años
(o sea 490 años) aparecerá el Santo de los Santos" (Dan. 9).
Al Arcángel San Gabriel se
le confió la misión más alta que jamás se le haya confiado a criatura alguna:
anunciar la encarnación del Hijo de Dios. Por eso se le venera mucho desde la
antigüedad.
Su carta de presentación
cuando se le apareció a Zacarías para anunciarle que iba a tener por hijo a
Juan Bautista fue esta: "Yo soy Gabriel, el que está en la presencia de
Dios" (Luc. 1, 19).
San Lucas dice: "Fue
enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, a una virgen llamada
María, y llegando junto a ella, le dijo: ‘Salve María, llena de gracia, el
Señor está contigo’. Ella se turbó al oír aquel saludo, pero el ángel le dijo:
‘No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir un
hijo a quien pondrás por nombre Jesús. Él será Hijo del Altísimo y su Reino no
tendrá fin’".
San
Gabriel es el patrono de las comunicaciones y de los comunicadores, porque
trajo al mundo la más bella noticia: que el Hijo de Dios se hacía hombre.
Rafael
La historia de san Rafael
se conoce por la Biblia. Fue enviado por Dios para que le ayudara a Tobías, a
quien, para probar su paciencia, le había quitado la vista y los bienes.
También vino el arcángel de
parte de Dios para que auxiliara a una joven llamada Sara.
Ya se había casado siete
veces. Pero nunca pudo acostarse con ninguno de ellos porque un demonio se los
mataba.
San Rafael se le apareció
como un joven elegante al anciano Tobías.
Este se puso contento en
poder acompañar a su hijo para que cobrase dinero.
Mientras iban de camino, al
lavarse el joven Tobías los pies, vio que iba hacia él un pescado muy grande. Lo cogió, y guardó la hiel,
el hígado y el corazón.
Aconsejado por el ángel, lanzó
Tobías al demonio de la habitación de Sara con el hígado del pescado.
Y ya pudo casarse con ella.
De vuelta a la casa de su padre, le dio la vista con la hiel del mismo pescado.
Cuando le
preguntaron al extraño visitante quién era. Contestó:"Yo soy el ángel
Rafael, uno de los siete espíritus que asisten delante del Señor".